Emile Durkheim fue uno de los principales impulsores de la sociología como ciencia, definiendo claramente su objeto de estudio y método propio. Aunque algunas críticas lo acusan de sobrevalorar la sociedad por encima del individuo, una lectura detenida de su obra revela una visión teórica clara e investigaciones empíricas exhaustivas que desmienten estas acusaciones. Su libro «El suicidio» (1897) es emblemático de su enfoque, que ha sido malinterpretado como asociado a ideologías totalitarias. Sin embargo, su contribución a la disciplina es innegable y ha dejado un legado duradero en el campo de la sociología.