En medio del interés de académicos e intelectuales por palabras como populismo, liberalismo o democracia, existe un vocabulario distinto utilizado por los mexicanos que participan activamente en la política. Términos como grida, tapado dedazo, chapulín y achichincle son comunes en conversaciones políticas diarias, aunque a menudo se desprecian por considerarse jerga peculiar o coloquial. Este ensayo busca demostrar que el lenguaje ordinario es una herramienta legítima y productiva para abordar temas políticos.

Explorando el uso de tres palabras consideradas «malas acciones» en la política mexicana -palero, acarreado y reventador- podemos identificar patrones ocultos de nuestra convivencia política que los conceptos abstractos tienden a ocultar. A través de la filosofía del lenguaje ordinario y la crítica cultural, estas palabras cotidianas revelan aspectos importantes de nuestra realidad política, permitiéndonos ver más claramente nuestras propias máscaras sociales.

Paleros, acarreados y reventadores son presentados en este libro como parte de una mitología nacional que, al ser desentrañada, nos permite percibir la distancia que nos separa de una verdadera democracia. Este mito no es vacío, sino que al ser analizado nos ayuda a visualizar el camino hacia una convivencia democrática más auténtica.