En la teoría clásica, el poder es considerado como un bien necesario que puede ser material y, por lo tanto, desaparecer. La posesión puede acumularse y perdurar. Sin embargo, esta metáfora no es suficiente para analizar el tema en profundidad. La categoría de propiedad es fácil de entender, pero no revela lo esencial: qué condiciones sistémicas se deben cumplir para que el poder se convierta en una posesión que se administre, se transfiera, aumente y se defienda contra ciertos peligros. El poder es una manifestación de la influencia, que implica elecciones condicionadas a otras elecciones. La función del poder puede verse como la relevancia de las decisiones individuales, requiere reflexividad y crecimiento más allá del poder de cada individuo. Por lo tanto, el poder se convierte en un poder del sistema en lugar de un juego de ganar o perder entre individuos.