Los drones son aviones controlados remotamente que pueden variar en tamaño desde un avión comercial hasta un aeromodelo, e incluso existen nanodrones del tamaño de una mosca. Originalmente destinados para misiones civiles y de recuperación de desastres, los países en guerra los utilizan para atacar al enemigo. El uso de drones en conflictos, especialmente por parte de la CIA, el Pentágono y contratistas privados reclutando mercenarios, ha llevado a una creciente preocupación ética.

Estos drones de guerra son operados por individuos con múltiples pantallas frente a ellos, quienes deciden si una persona parece un terrorista islámico y actúan en consecuencia. La guerra «sucia» implica el lanzamiento de misiles antes que el arresto y juicio de posibles amenazas, a menudo resultando en víctimas inocentes. La posibilidad de drones autónomos capaces de reconocer y atacar objetivos por sí mismos plantea serias cuestiones sobre el futuro de la guerra y el potencial peligro que representan si caen en manos equivocadas.