La Tempestad es la obra final de Shakespeare y, para muchos, representa el punto más alto de su creatividad. Es una pieza que abarca lo alegórico, utópico, realista, romántico, pastoril y mitológico, presentando una historia única con significados enigmáticos. Su composición se dice que fue inspirada por un naufragio famoso cerca de las Bermudas en 1609, donde los sobrevivientes, considerados perdidos, logran vivir en una isla paradisíaca. Shakespeare en su obra discute temas como las relaciones interculturales, el encuentro entre lo civilizado y lo salvaje, la dicotomía entre lo primal e instintivo y lo racional, y la posibilidad de establecer una comunidad con valores diferentes a los establecidos. La Tempestad es también una reflexión profunda sobre la línea difusa entre la ficción y la realidad. Shakespeare deja en esta obra su última declaración sobre la magia teatral. La traducción de Ángel-Luis Pujante, galardonada con el Premio Nacional a la Mejor Traducción en 1998, permite apreciar la riqueza de La Tempestad en toda su extensión.