La insatisfacción con el gobierno en la mayoría de los estados occidentales se ha convertido en algo común. Parece que todos estamos resignados a que nada cambie, lo cual es preocupante. En respuesta a crisis gubernamentales anteriores, se han producido tres revoluciones importantes que han dado lugar al Estado-nación, al Estado liberal y al Estado de bienestar. Europa y Estados Unidos han sido ejemplos a seguir en cada una de ellas. Actualmente estamos viviendo la cuarta revolución en la historia del Estado-nación, pero esta vez el modelo occidental está en peligro. Esta cuarta revolución aborda la crisis actual y mira hacia el futuro, afectando a todo el mundo con los últimos datos y tendencias. El sistema asiático, principalmente arraigado en China, ha experimentado un notable desarrollo a través del capitalismo de Estado y la modernización autoritaria. Otros países en desarrollo han implementado nuevas ideas sorprendentes, como el programa brasileño de transferencias condicionadas de ingresos y la aplicación de técnicas de producción en masa en hospitales en la India. Aunque no todos estos gobiernos son perfectos, han adoptado el espíritu de reforma y reinvención que una vez benefició enormemente a Occidente. El desafío radica no solo en lograr mayor eficiencia, sino en determinar qué valores políticos prevalecerán en el siglo XXI: democracia y libertad, o autoritarismo con control y orden. Mucho está en juego.