La inclusión de jóvenes indígenas en las universidades, un fenómeno que se presenta con frecuencia, tiene un gran potencial para cambiar las relaciones de desigualdad que históricamente han afectado a la población indígena. Este proceso es también un viaje muy personal, a menudo ligado a la migración, que lleva a los protagonistas a reevaluar diferentes aspectos de su identidad (como su etnia, edad, género, entre otros). Aunque les permite comprender mejor las condiciones sociales que los perjudican, también los aleja de sus raíces culturales al introducirlos en sistemas de conocimiento hegemónicos.

A diferencia de otros estudios que se enfocan en la incorporación de indígenas en universidades que ofrecen planes de estudio «étnicos», los capítulos de este proyecto de investigación se centran en la experiencia de jóvenes indígenas en Monterrey, una zona metropolitana del noreste de México donde la educación intercultural superior es prácticamente inexistente y la discriminación étnica es especialmente severa. Estas tensiones afectan el proceso personal de estos jóvenes y plantean interrogantes sobre la posibilidad de retorno a sus raíces y la integración armoniosa de sus identidades reconfiguradas con su familia y comunidad.