En la tensión y relación mutua entre los dos ejes de igualdad (aliados o competidores) y desigualdad (dominadores y dominados), se encuentra la clave para investigar la causa de la violencia, su origen. El autor sugiere que las relaciones de género, presentes en todos los sistemas donde los marcadores de estatus apoyan la expansión moderna del contrato ciudadano, son el escenario paradigmático para entender este fenómeno.

Dentro de lo que el autor llama «la larga historia patriarcal», las relaciones de género se presentan como el núcleo de toda violencia. El campo de la intimidad es fundamental para comprender este fenómeno, y la antropología y el psicoanálisis brindan apoyo al derecho en su papel de aliviar a la sociedad. La reforma de la privacidad es crucial para frenar el aumento de la violencia, tanto a nivel individual en los hogares como a nivel colectivo en conflictos bélicos.

La cooperación entre derecho y comunicación es esencial, ya que el cambio en las relaciones sociales se logra más a través de símbolos que mediante sentencias legales. Los Derechos Humanos establecen metas y objetivos para la sociedad, creando una nueva moral y dando voz a las necesidades colectivas, teniendo un papel educativo y transformador.