Unirse al ejército te llevará por un mundo de experiencias inimaginables: desde tomar té con un ex ministro talibán mientras juegas ajedrez, hasta presenciar clases de tortura dirigidas a niños ricos saudíes durante vacaciones terroristas. Fumar hachís frente al cementerio de aviones soviético en las montañas del Hindu Kush, y disfrutar los puros del hijo de Saddam Hussein. Serás famoso, aparecerás en la portada del New York Times. Pasarás cocaína, intentarás suicidarte y terminarás en un hospital psiquiátrico. Pablo Pardo, corresponsal de El Mundo en Washington, entrevistó durante cuatro años al soldado Damián Corsetti, revelando la falta de preparación y recursos del ejército más poderoso del mundo, y su brutalidad sistematizada. Corsetti podría haberse negado, pero optó por obedecer órdenes que lo llevaron a su propia destrucción. Quizás haya una lección en todo esto, o quizás solo sea una guerra.