Las recientes revelaciones sobre las prácticas ilegales de la Agencia de Seguridad estadounidense (NSA) y el descubrimiento de numerosos rastreos digitales realizados por Facebook muestran la extrema vigilancia a la que estamos sometidos. A diferencia del modelo disciplinario tradicional de George Orwell en su novela «1984», ahora la vigilancia se realiza desde múltiples y sofisticados frentes, con la participación involuntaria de los ciudadanos en aumento. Según Armand Mattelart y André Vitalis, se está llevando a cabo la elaboración de perfiles, controlando indirectamente a los individuos para anticipar su comportamiento a través del estudio sistemático y la explotación de sus datos, como sus viajes o patrones de consumo. Este modelo de vigilancia en el mundo post-orwelliano es invisible para la mayoría de las personas, potenciado por la desmaterialización de los soportes y garantizando su eficacia en una creciente población atraída por las nuevas tecnologías, a pesar de no percibirlas como herramientas de control.